El cartel de los soles no es un cartel más, es una gran estructura criminal operada desde un Estado.
En Latinoamérica muchos entienden que Trump no está jugando a los soldaditos en el Caribe, pero a Europa todavía les cuesta aceptar. Estados Unidos está respondiendo al eje geopolítico más peligroso del siglo XXI: el narcotráfico convertido en poder transnacional. No se trata de cañonazos y bravuconadas, sino de geopolítica pura. Estados Unidos ya no puede permitirse seguir ignorando lo que sucede a pocos kilómetros de Florida.
La cuenca del Caribe dejó de ser un paraíso turístico y se convirtió en el corredor central del crimen transnacional. Por ahí pasa cocaína andina, metanfetamina mexicana, precursores chinos, armas, contrabando, trata de personas y dinero sucio. Es una autopista criminal y el que la domina tiene poder estratégico sobre Estados Unidos.
Obama lo entendió tarde, Biden nunca y Trump lo entiende perfectamente: Venezuela se convirtió en el nodo logístico del narcotráfico global que opera hacia Estados Unidos, Europa, África Occidental y Centroamérica. Participan militares, cuerpos de inteligencia, gobernadores, altos funcionarios y redes de protección política internacional.
El cartel de los soles no es un cartel más, es una gran estructura criminal operada desde un Estado.
Cuando un régimen captura un territorio completo para una economía ilegal, ese régimen indefectiblemente se convierte en un actor geopolítico hostil. Trump lo entiende y actúa, no se queda observando.
El error de muchos analistas es considerar que el narcotráfico es solo un crimen. Pero es mucho más: un arma económica, un arma demográfica, un arma sanitaria, un arma territorial y un arma política.
¿Qué ha provocado la droga en Estados Unidos? La crisis del fentanilo reporta unos 70.000 muertos al año, una sobrecarga del sistema judicial, el debilitamiento de ciudades enteras, una migración impulsada por redes criminales, corrupción local, violencia importada. Es un ataque silencioso y letal.
No lo lanza un país, pero sí lo facilitan y protegen países que se benefician de ese caos. Venezuela es uno, pero no el menos peligroso.
Muchos se preguntan ¿Por qué Trump moviliza tropas, destructores y operaciones conjuntas en el Caribe? Simplemente porque la frontera sur de Estados Unidos está en el Caribe, no en Texas. Trump mueve fichas porque el narco se convirtió en un actor geopolítico hostil, el régimen venezolano se convirtió en plataforma de ese actor, China y Rusia usan a Venezuela como peón estratégico y la desestabilización regional se acerca peligrosamente al territorio estadounidense.
En geopolítica como en la física, cuando un vacío se expande, alguien lo llena. Trump no piensa dejar que lo llenen China, Rusia, Irán o el Cartel de los Soles.
Trump no ve al narco como delincuencia, lo ve como lo que es: un Estado paralelo con capacidad militar, económica, territorial y diplomática. Y a los estados paralelos no se les combate con patrullas, se les combate con fuerza naval, inteligencia conjunta, operaciones de interdicción, alianzas con Trinidad, Colombia, Brasil y Guyana y presión total sobre los regímenes que funcionan como protectores.
No es retórica, es doctrina, estrategia. Supervivencia nacional. La movilización militar en el Caribe manda un mensaje claro. Maduro, tu margen de maniobra se acabó. Si crees que puedes jugar con China, Rusia e Irán a 7 millas de Florida, te equivocas.
A los carteles, ahora tus rutas son un objetivo militar. A los aliados de la región, si no te alineas con la seguridad hemisférica te conviertes en parte del problema. A Europa, la droga que destruye tus ciudades sale de un punto del mapa que yo sí voy a controlar.
Trump no está improvisando, está cerrando un corredor que destruye el hemisferio.
No es un desfile de barcos, Trump está redibujando el mapa estratégico del Caribe.
Cuando el narcotráfico se convierte en un eje geopolítico, la respuesta no puede ser policial, tiene que ser estatal, militar, estratégica y continental. Y así está respondiendo Trump. La razón es tan sencilla como incómoda. Si Estados Unidos no controla el Caribe, el Caribe controlará a Estados Unidos. Trump lo entiende y actúa.


