Petro, pobreza y dolor para Colombia

Petro, pobreza y dolor para Colombia

ZOÉ VALDÉS /La Gaceta de la Iberosfera

Gran parte del mundo civilizado y normal teme por Colombia, allí se celebran elecciones este domingo y la ultraizquierda internacional corrupta que inspira portadas a la revista Time apoya a Gustavo Petro. Siento decir directo, al duro y sin guante, que Petro será sinónimo de extrema pobreza para Colombia. Los colombianos antes de votar deben mirarse en el espejo de Cuba, Venezuela, Argentina, Perú, Chile, Bolivia… A todos esos países el castrocomunismo los consume, les degrada, los aniquila. Petro significará miseria, y miseria moral y humana, la peor de las miserias sumada a la de la hambruna.

No sé a dónde se irán los colombianos si sucediera lo peor, rodeados como están de estruendosos fracasos. De países gobernados por gentuza con un pasado irremediablemente violento y delincuencial que de forma invariable hunde a las sociedades hasta metamorfosearlas en verdaderas pesadillas económicas. Petro no es más que eso: la pesadilla ultraizquierdista de Colombia. Entiendo que Colombia no se merece un porvenir pleno de inseguridades y de sufrimiento, aunque el mal de la distopia va royendo ahí donde menos se le espera ni se le ha reclamado.

Petro es el candidato de los Castro, el candidato de Putin, el candidato de China y el de Corea del Norte. En resumen, el candidato del error y del horror

Petro es el amigo de los tiranos Castro y sus títeres, el cómplice de los golpistas y corruptos, un ¿ex? guerrillero, o sea, un criminal, desde los 17 años. En suma, un camaleón con pocas posibilidades de poder ocultar su pasado. 

Si Colombia vota por Petro sabe a lo que tendrán que atenerse, subida monstruosa de impuestos, control con mano férrea de la individualidad, destrucción del carácter personal, derrumbe económico, y ninguneo ideologizante de la sociedad. Eso es lo que les espera con Petro, porque Petro es el candidato de los Castro, el candidato de Putin, el candidato de China y el de Corea del Norte. En resumen, el candidato del error y del horror. Eso es Petro a nivel mundial; a nivel nacional, un tirano el marcador de salida esperando el pistoletazo.

Ayer vi en redes sociales a alguien que preguntaba cuál es la diferencia entre un dictador y un tirano, varias personas dieron sus versiones, me gustaría añadir que básicamente un tirano es un asesino. Eso lo trae como ventaja Petro, lo tiene cual sello en su curriculum de guerrillero graduado en Bélgica. Ya saben, Bélgica y su pasado no resuelto. No comprendo cómo todavía se le adjudica algún tipo de romanticismo al hecho de haber sido un narcoguerrillero reconvertido -bajo mascarada y mentira- a una cierta corrección política amparada por la democracia. Resulta indecente, nada de esto debiera tener que ver con la democracia.

Alejandro Ordóñez, la primera persona en ser reelegida como Procurador de Colombia, embajador ante la OEA, tuiteó lo siguiente el 16 de noviembre del 2017: “Hablando de fanáticos: Gustavo Petro asesinó colombianos, quemó el Palacio de Justicia y no pagó por sus crímenes. Ahora pretende victimizarse porque sancionamos su probada ineficiencia como alcalde de Bogotá”.

En esta otra entrevista, el candidato actual Federico Gutiérrez afirmó: “Petro sí cometió delitos de lesa humanidad y la gente que lo rodeaba… Eso va a ser una persecución política y estoy seguro de que los colombianos no quieren eso… Tras de ladrón, bufón. Tuvo una amnistía, cometieron delitos muy graves… Ellos tienen la estrategia de la transferencia de la culpa… Quieren hacer creer que los genocidas son otros. Yo en eso no puedo estar de acuerdo”, enfatizó.

Numerosos colombianos se tragaron el cuentecillo y creyeron y todavía creen en el maleante producto del marketing de Fidel Castro

Gustavo Petro no debiera a estas alturas ser candidato presidencial, sin embargo, los colombianos le permitieron ese ascenso, mediante desmemoria, absurda inserción, y votación. Pudiera ocurrir que cometan el mismo error de los venezolanos, el de entregarle el país al nauseabundo comunista de guardia, al enviadito de las tinieblas. También es verdad que cada pueblo se busca lo que añora. 

Es lamentable, pero numerosos colombianos se tragaron el cuentecillo y creyeron y todavía creen en el maleante producto de marketing de Fidel Castro con lo de la revolución cubana, que no fue más que involución castrista. Todavía gran cantidad de colombianos sueña con vivir bajo el sistema que ha hecho padecer durante más de seis décadas a los cubanos, y que ellos no sólo no han padecido, ni siquiera conocen de primera mano. Les aconsejo, por su bien, y por el bien que le deseo a Colombia, que ese sistema sólo acabará con sus libertades, los rebajará al status de no personas, y transformará a Colombia en un no país.

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