Mujeres en el poder, y a la derecha

Mujeres en el poder, y a la derecha

La elección de Sanae Takaichi marcó un hito. La última vez que una mujer gobernó Japón fue en 1771, cuando la emperatriz Go-Sakuramachi ocupó el trono imperial.

Katrin Bennhold / The New York Times

La elección de Takaichi implica que ahora hay dos mujeres al frente de sus naciones en el G7. Se une a Giorgia Meloni, primera ministra de Italia. Entre sus predecesoras se encuentran tres primeras ministras británicas —Margaret Thatcher, Theresa May y Liz Truss—, Angela Merkel de Alemania, Kim Campbell de Canadá y Edith Cresson de Francia.

Con la excepción de Cresson, una socialista que estuvo en el poder durante poco menos de un año, todas las demás líderes femeninas del G7 han provenido de la derecha.

Un club exclusivo

Lo principal que tienen en común las mujeres líderes de todo el mundo es que han sido muy pocas.

El reducido número de casos y el hecho de que estas mujeres fueran elegidas por distintos países en diferentes momentos dificultan la identificación de patrones. El ascenso de cada una estuvo necesariamente ligado a circunstancias singulares.

La política de estas mujeres también es diferente: Angela Merkel, de centroderecha, que dio la bienvenida a los inmigrantes a Alemania, es una política muy diferente de Takaichi o Meloni, quienes han impulsado restricciones a la inmigración.

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Giorgia Meloni se convirtió en la primera mujer primera ministra de Italia en 2022 /  Eric Lee / The New York Times

Y no todas las mujeres líderes provienen de la derecha. Más allá del G7, se pueden encontrar fácilmente ejemplos de jefas de gobierno de izquierda, como la presidenta Claudia Sheinbaum de México y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.

Sin embargo, en ese grupo de naciones industrializadas, el fracaso de los partidos liberales para lograr que mujeres ganen las elecciones resulta desconcertante. En Estados Unidos, las dos mujeres que más cerca estuvieron de la presidencia fueron demócratas, pero perdieron. En el Reino Unido, el Partido Laborista nunca ha elegido a una mujer como líder.

Esto puede resultar contraintuitivo para algunos. Normalmente, es la izquierda la que ha defendido explícitamente la participación de las mujeres en la política, a menudo mediante el uso de instrumentos como las cuotas de género, que existen actualmente en aproximadamente la mitad de los países del mundo. Gran parte de la derecha considera desagradables este tipo de medidas; Meloni, por su parte, se opone a ellas.

Takaichi ha hablado de la soledad que supone ser mujer en la política japonesa. Pero también ha defendido posturas que, según sus críticos, limitan el avance de las mujeres. Se ha opuesto a la modificación de una ley que obliga a las parejas casadas a compartir apellido y ha apoyado los esfuerzos por preservar el linaje masculino de la familia imperial japonesa.

Doncella de hierro, damas de hierro

Los expertos con los que hablé sugirieron que podrían estar interactuando entre sí varias dinámicas diferentes.

El impulso a favor de las mujeres en la política, en gran medida por parte de partidos de izquierda, puede ser contagioso, tanto dentro de los países como incluso a través de las fronteras, afirmó Pippa Norris, profesora de política comparada en la Escuela Kennedy de Harvard.

Y cuantas más mujeres haya en la política, más probabilidades habrá de que accedan a puestos de liderazgo, independientemente del partido al que pertenezcan.

En 1988, los socialdemócratas alemanes instauraron cuotas de género, lo que presionó a los conservadores para que incluyeran a más mujeres en sus listas electorales. Una de las mujeres elegidas al Bundestag en las siguientes elecciones fue la joven Angela Merkel.

Y un análisis detallado del ascenso al poder de cada mujer revela algunos patrones, afirmó Silvana Koch-Mehrin, fundadora de una red de líderes políticas femeninas, tanto actuales como anteriores.

Muchas de las primeras mujeres líderes llegaron al poder como figuras ajenas al sistema en un momento de crisis política. Thatcher ascendió en la década de 1970, cuando Gran Bretaña se encontraba sumida en una profunda crisis económica y política.

Merkel ganó el liderazgo de su partido tras un escándalo de corrupción a principios de la década de 2000. May se convirtió en líder en el caótico contexto posterior al referéndum del Brexit.

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Angela Merkel en una cumbre de la OTAN en 2009 / Todd Heisler / The New York Times

Hoy en día, la crisis política se ha convertido en la norma.

Esto está impulsando el auge de la derecha más radical y otorgando credibilidad a líderes que se presentan como diferentes a sus predecesores. Además, las mujeres que aspiran a puestos que antes ocupaban casi exclusivamente hombres son, por naturaleza, consideradas ajenas al sistema.

Meloni fue elegida tras una década de agitación pos-Berlusconi, marcada por el nacionalismo exacerbado, que llevó a Italia a tener seis primeros ministros. En Francia, la extrema derecha de Marine Le Pen es la fuerza más popular en un país que ha visto cuatro gobiernos en menos de un año.

En Japón, Takaichi, fan de Iron Maiden y baterista aficionada que derrotó a cuatro hombres para convertirse en líder del PLD, toma las riendas de un partido que ha estado perdiendo apoyo, en un país que lidia con un persistente estancamiento económico.

El auge de las mujeres en la derecha es intrigante. Sin embargo, podría ser efímero. El crecimiento constante del número de mujeres en los parlamentos durante las últimas décadas, que había impulsado el ascenso al poder de las mujeres de derecha, se ha estancado. Por otro lado, Francia, donde Le Pen sigue superando a sus rivales en las encuestas, celebrará sus próximas elecciones presidenciales en 2027.

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