Miguel Henrique Otero
El artículo de hoy tiene una peculiaridad: está compuesto primordialmente de citas. Provienen de las comunicaciones de Telefónica ―de su página web― y de una intervención pública de su presidente José Antonio Álvarez-Pallete. He decidido consignarlas aquí para formular la necesaria pregunta sobre la enorme brecha que existe entre lo que se dice y lo que se hace.
Lo que Álvarez-Pallete y Telefónica dicen sobre la libertad de expresión y el derecho a la privacidad, y lo que realmente la corporación Telefónica hace en Venezuela con esos derechos.
Veamos solo tres referencias, entre muchas otras que podrían seleccionarse.
Antecedente 1:
El 22 de abril de 2020, Telefónica publicó la información en la que festejaba que había sido “evaluada con éxito por la Global Network Initiative (GNI) en su compromiso con la libertad de expresión y privacidad”. En la información se afirma que Telefónica había superado con éxito la auditoría que evalúa y analiza “los esfuerzos de la multinacional para implementar con éxito los principios de GNI sobre libertad de expresión y privacidad”.
Una rápida búsqueda de los principios de GNI sobre libertad de expresión y privacidad ―un documento de impecables 8 páginas, también disponible en la web― constatará que se establecen principios muy relevantes:
“Las empresas TIC tienen la responsabilidad de respetar y promover los derechos de libertad de expresión y privacidad de sus usuarios. La TIC tiene el potencial de permitir el intercambio de ideas y el acceso a la información de una forma que apoye las oportunidades económicas, promueva el conocimiento y mejore la calidad de vida. Al implementar estos Principios, las empresas TIC también pueden trabajar para proteger, promover y apoyar los derechos humanos”;
o como esta:
“Las empresas TIC deben cumplir con todas las leyes pertinentes y respetar los derechos humanos internacionalmente reconocidos en cualquier lugar donde realicen operaciones. Si las leyes, regulaciones y políticas nacionales no cumplen con los estándares internacionales, las empresas TIC deben evitar, minimizar o de otro modo abordar el impacto adverso de las demandas, leyes o regulaciones gubernamentales, y buscar maneras de honrar los principios de los derechos humanos internacionalmente reconocidos en la mayor medida de lo posible”.
En el capítulo dedicado a libertad de expresión del documento se dice lo siguiente:
“Las empresas participantes respetarán y trabajarán para proteger la libertad de expresión de sus usuarios tratando de evitar o minimizar el impacto de las restricciones gubernamentales sobre la libertad de expresión, incluidas las restricciones a la información a disposición de los usuarios y las oportunidades de estos para crear y comunicar ideas e información, independientemente de las fronteras o los medios de comunicación”.
Y sigue:
“Las empresas participantes respetarán y trabajarán para proteger los derechos de libertad de expresión de sus usuarios cuando se enfrenten a demandas gubernamentales, leyes y regulaciones para suprimir la libertad de expresión, eliminar contenido o limitar de cualquier otra forma el acceso a la información y a las ideas de manera consistente con las leyes y estándares internacionalmente reconocidos”.
Debo recordar al lector que Telefónica, casa matriz de Movistar, es la empresa que bloquea medios de comunicación en Venezuela y presta sus servicios para espiar a sus clientes, sin orden judicial, violando no solo el derecho internacional sino también derechos establecidos en la Constitución de Venezuela. Simultáneamente, recibe reconocimientos como el que otorga Global Network Initiative. Los acepta y los festeja.
Antecedente 2:
Copiaré a continuación unas pocas frases ―publicidad― que están en su página web:
“En Telefónica pensamos que son las personas las que dan sentido a la tecnología y no al revés (…) Porque en la sociedad de hoy en día la calidad de vida de las personas depende en gran medida de esa conexión. Y es aquí donde entramos nosotros. Ofreciendo conexiones que unan a las personas, en lugar de aislarlas; conexiones que inviten a las personas a ser ellas mismas, a expresarse, a compartir”.
En el apartado “Ofreciendo conexiones que unan a las personas” se dice esta frase joya:
“Asegurar que la ética corporativa está en todo lo que hacemos”.
¿Ética? No creo necesario añadir nada más.
Antecedente 3:
José Antonio Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, estuvo el 4 de mayo dictando una conferencia en la Real Academia de Ingeniería de España. El título de su presentación tiene interés: La espiral del silencio (basado en la tesis de Elisabeth Noelle-Neumann, expuesta en el libro del mismo nombre), donde desarrolla un modelo sobre el modo en que la mayoría de la opinión pública presiona a la minoría.
Álvarez-Pallete, entre otras cosas, recordó el asalto a la sede del Capitolio, en enero de 2021, por partidarios de Trump. Quiso demostrar así su preocupación por las instituciones de la democracia. Fue enfático al señalar el riesgo que supone la desinformación en las sociedades (“la desinformación está teniendo un impacto masivo en la opinión pública”).
Habló de los delincuentes digitales y puso un ejemplo resonante:
“En el mundo analógico jamás toleraríamos que un cartero leyera las cartas…”.
Y hay más frases:
“Estamos perdiendo uno de los pilares de la convivencia que es la verdad”.
Cuánto habla! Cuánto dice! Por ejemplo:
“El rendimiento de los datos debe pertenecer a quien genera los datos”.
Añade:
“Hay que preocuparse por la inclusividad. No dejar a nadie afuera”.
Y, pontifica:
“La piedra angular de nuestra convivencia es que hay ciertas verdades que no se cuestionan, en lo que todos estamos de acuerdo, hay un contrato social, y lo que tenemos que ser conscientes es que hay un desafío a ese contrato social”.
Dos afirmaciones más de gran interés:
“Estamos asistiendo a un ataque a la verdad, piedra angular de nuestra convivencia” y
“Cierran nuestros ojos a otros puntos de vista, a la que riqueza del debate, a la diversidad de una sociedad que ni es ni debe ser uniforme”.
También se refiere al “andamiaje legal para asegurar el derecho a la verdad”.
Toda esta fraseología, proveniente del entramado de una corporación que, en sus operaciones en Venezuela, espía a sus clientes (no sabemos si el régimen les paga por el servicio), y bloquea a medios de comunicación, sin soporte legal alguno, violando la ley venezolana, violando leyes internacionales, violando la confianza de los usuarios, violando el derecho de los ciudadanos a informarse, violando el derecho de empresas informativas a expresarse, violando el derecho de los periodistas a informar.
En síntesis, todo un expediente de acciones en contra de la convivencia, a pesar del reconocimiento, a pesar del palabrerío, a pesar de lo que diga Álvarez-Pallete en sus magistrales conferencias.