El libro Parásitos mentales es la nueva acometida contra la ideología ‘woke’ del filósofo chileno y presidente de la Fundación para el Progreso. Kaiser es uno de los mayores activistas del liberalismo clásico en Sudamérica.
Benjamín G. Rosado / El Mundo, Madrid
Hace más de una década que Axel Kaiser (Santiago de Chile, 1981) lidera la batalla cultural contra el wokismo en Latinoamérica. Abogado, profesor de universidad, tertuliano televisivo, presidente del think tank Fundación para el Progreso y uno de los mayores activistas del liberalismo clásico en Sudamérica, Kaiser publica ahora Parásitos mentales un «manual de prevención» contra los que considera los «siete pecados capitales de la civilización occidental».
- La justicia social, los derechos sociales,
- el Estado benefactor,
- el neoliberalismo,
- la responsabilidad social corporativa,
- la diversidad,
- equidad e inclusión, y
- las ideas asociadas a lo que supone ser un buen indígena.
«Lo que ofrezco al lector es un pequeño resumen de filosofía política liberal para combatir el progresismo», cuenta desde la Región de la Araucanía, en Chile, donde su ensayo lleva varias semanas encabezando las listas de los más vendidos.
«Mucha gente me ve como un villano de la ultraderecha, pero yo me siento un héroe que se ha atrevido a plantar cara a los autores del pensamiento tóxico».
¿Por qué considera la igualdad tan dañina y contraproducente para el progreso?
La igualdad impuesta por el poder del Estado a través de la violencia que respalda la ley es destructiva para el progreso. La igualdad ante la ley es positiva, pero el problema es que, para conseguir la igualdad material entre los individuos se tiene que aplastar la libertad.
Si las personas actúan en libertad, debido a que somos todos distintos, terminará habiendo desigualdad, lo cual es inevitable. Cuando se aplasta la libertad se detiene también el progreso. El gran problema del socialismo es que ofreciendo igualdad conduce siempre a la servidumbre y la miseria.
Habla de parásitos mentales progresistas, ¿no existen parásitos mentales conservadores o libertarios?
Las ideas progresistas son tan hegemónicas que no hay espacio para ideas conservadoras y libertarias que generen un cambio a nivel legislativo, educativo o económico. Me centro en las que son más dañinas, y que están predominando en gran parte del mundo. La hegemonía que goza el progresismo no se da en ningún otro grupo.

En su libro menciona la película Origen, en la que se dice que no hay parásito más resistente y contagioso que una idea. ¿Qué permitiría distinguir, como a DiCaprio en los sueños, lo real de lo ficticio en la política?
los resultados concretos que producen ciertas ideas cuando se llevan a la práctica siempre nos devuelven a la realidad. La inmigración descontrolada, la expansión excesiva del Estado y la sobrerregulación generan crisis económicas y sociales. Alemania y España muestran signos de estancamiento; mientras que Estados Unidos ha mantenido un crecimiento sostenido.
La gente empieza a percibirlo y reacciona en las urnas. El ascenso de líderes como Trump y Milei en Argentina, o el crecimiento de Alternativa por Alemania. La ilusión de un mundo globalista y progresista como garantía de bienestar se desmorona. La calidad de vida de la gente se deteriora. Las élites aún no lo ven, pero el cambio está en marcha.
El lobo de Wall Street, que protagoniza DiCaprio, ¿es la prueba de que liberalismo sin control puede tener efectos desastrosos?
No. Lo que hacían Jordan Belfort y sus secuaces era violar las normas establecidas para proteger los derechos de propiedad de terceros. Básicamente había engaño y estafa. Y eso está fuera del marco del liberalismo, que implica un conjunto de reglas que protegen los derechos de propiedad de todas las personas.
“El gran problema del socialismo es que, buscando la igualdad, conduce siempre a la servidumbre y la miseria”
¿Qué supondrá Trump para la batalla cultural, la hegemonía del wokismo y el devenir de la economía mundial?
Trump no ha liderado esta batalla, sino un movimiento amplio que incluye a profesores, intelectuales, artistas y empresarios como Elon Musk y otros muchos, quienes identificamos en él una respuesta al wokismo, la mayor amenaza para la civilización occidental.
Trump ha sabido aprovechar esta ola con astucia. Aunque no coincido con su proteccionismo económico, éste parece ser más una herramienta de presión que una postura dogmática, como se vio con Canadá y México. Trump no es un ideólogo, sino un negociador pragmático. Trump no ha sido diseñado por la derecha, sino que es una criatura de la izquierda desquiciada.
Ha llegado a calificar al presidente Boric de analfabeto en materia económica y antes fue muy crítico con las reformas de Michelle Bachelet. ¿Qué pronostica para Chile?
Las reformas de Bachelet fueron desastrosas para la economía y la educación. Diez años después se confirma que el crecimiento económico colapsó, en parte por su reforma tributaria. Boric, su heredero, es aún más incapaz, y se le agrega un gobierno corrupto y errores graves en la gestión económica.
Su ministro de Hacienda ha intentado debilitar el capitalismo, pero sin éxito. El futuro de Chile dependerá de las próximas elecciones presidenciales. Evelyn Matthei, de centroderecha, tiene opciones, pero mi hermano, Johannes Kaiser, podría impulsar un cambio radical, especialmente en seguridad, que es hoy la principal preocupación de los chilenos
¿Asumiría la cartera de Economía si su hermano llega al poder?
No aceptaría un ministerio, pero ayudaría en todo lo posible. Chile enfrenta un grave problema económico debido a la sobrerregulación y la burocracia. Tarda mucho más que el promedio de la OCDE en aprobar proyectos. Hay que eliminar regulaciones innecesarias e impuestos. Dicho de otro modo: Chile necesita la motosierra de Milei.
¿Se atrevería a encontrarle un defecto a Milei?
Milei recibió Argentina en un estado crítico, comparable a un médico que intenta revivir a un paciente prácticamente muerto en un accidente. A pesar, de muchas carencias en el quirófano,ha logrado reducir la pobreza en más de 10 puntos, bajar la inflación del 25% mensual a cerca del 2% y estabilizar las finanzas públicas.
Aunque al inicio hubo errores en el manejo político, los corrigió y consiguió aprobar reformas sin mayoría en el Congreso. Un punto discutible es el levantamiento del cepo cambiario, pues algunos critican que no se haya hecho antes, aunque no está claro si era viable.
“Todo el mundo sabe que Trump no ha sido diseñado por la derecha, sino que es una criatura de la izquierda desquiciada”
Se ha quejado amargamente de que la derecha haya tardado en dar la batalla cultural. Ahora que ha entrado en el juego, ¿no le parece que ha imitado los peores desvíos del wokismo: victimismo, censura, linchamiento, alarmismo permanente?
No veo una cultura de la cancelación desde la derecha como la que ha impuesto la izquierda. No hay casos de profesores o intelectuales progresistas censurados en universidades, ni de autores de izquierda boicoteados por sus ideas, como ocurrió con JK Rowling o conmigo mismo, cuando sufrí ataques físicos de la izquierda en Suiza.
Puede haber casos aislados. Salvo algún caso sin importancia, no hay una tendencia sistemática. Tampoco he visto a la derecha promoviendo leyes de censura contra expresiones artísticas, intelectuales o filosóficas. Ahora bien, si la derecha empezara a replicar esta cultura de la cancelación, habría que condenarlo.
¿Por qué dice que se ha distorsionado el concepto de derechos humanos?
La izquierda utiliza los derechos humanos como un instrumento de poder, no como una convicción real. Marx los rechazaba. Los consideraba una invención burguesa para sostener el capitalismo. Hoy sectores progresistas critican las violaciones en gobiernos como el de Orban, pero ignoran dictaduras como las de Nicolás Maduro o Castro, dependiendo de la conveniencia política.
Lo mismo ocurre con el feminismo, que se usa para avanzar agendas de poder, protegiendo a abusadores cuando son aliados políticos, como ocurrió en Argentina y Chile. En fin, utilizan tanto los derechos humanos como el feminismo para consolidar poder, no por una verdadera convicción.
En Parásitos mentales critica ideas como la justicia social y los derechos sociales, pero son estos principios los que han permitido que que las sociedades más desarrolladas prosperen…
No prosperaron gracias a los derechos sociales, sino que surgieron después de que se generara riqueza a través del capitalismo y las reformas económicas liberales. Países como Dinamarca y Suecia, que se enriquecieron antes de establecer Estados de bienestar, hoy enfrentan altos niveles de deuda y fuga de talento debido a los elevados impuestos.
Los derechos sociales no son gratuitos. Dependen del trabajo y los recursos de otros. Un derecho social es exigir que alguien trabaje para ti sin contraprestación, algo económicamente insostenible e inmoral.
¿También el derecho a la educación?
La educación, como otros servicios, puede ser apoyada mediante políticas públicas, pero no debería entenderse como un derecho en el sentido absoluto porque fomenta una mentalidad de dependencia y los ciudadanos esperan recibir todo sin esfuerzo ni gratitud.
Si la educación es un derecho innegociable, ¿por qué no lo sería la vivienda, la salud o cualquier otra necesidad? Bajo esa lógica, todos tendrían derecho a todo sin trabajar ni contribuir, lo que colapsaría cualquier sociedad. En lugar de derechos garantizados sin límite, la ayuda estatal debería ser temporal y enfocada a permitir que las personas se valgan por sí mismas.
“Un derecho social es exigir que alguien más trabaje para ti sin contraprestación, lo que es económicamente insostenible e inmoral”
De todos los «parásitos mentales» del libro, ¿por qué el DEI –diversidad, equidad, inclusión– le parece el más peligroso?
El planteamiento “diversidad, equidad, inclusión” sustituye la ética individual y la igualdad ante la ley por una ética tribal que genera conflictos entre grupos, similar al fascismo y al nazismo, que hablaba de razas.
Al negar la existencia del individuo como base del orden social y se reemplaza la razón y la verdad objetiva por narrativas de poder siguiendo una lógica posmoderna que justifica el enfrentamiento entre grupos identitarios. Una amenaza directa al orden occidental que erosiona el Estado de Derecho, la democracia representativa y la convivencia pacífica mediante divisiones irreconciliables dentro de la sociedad.
¿Cómo ve España desde fuera?
Económicamente estancada, con alto desempleo juvenil, deuda pública elevada y un sistema de pensiones insostenible. El gobierno de Sánchez ha sido una catástrofe. Aunque Madrid destaca por su gestión y atracción de inversión, el país en general afronta grandes dificultades.

Respuestas a la Fundación para el Progreso
¿Ratifica que la educación no es un derecho?
Sí, es una posición económica, no moral. Para que haya educación tienen que producirse bienes y servicios. Hay que tener cosas que cuestan dinero, y eso implica recursos. Alguien tiene que producirlos, no se crean por arte de magia. No podemos tener derechos sobre esfuerzos productivos de terceros. No podemos usar a otro como instrumento para satisfacer fines propios. Los frutos del trabajo son y deben ser de quien los produce. Requisarlos por la fuerza no es justo. 
Cuando decimos que debe haber educación gratis, decimos que el Estado debe quitarles recursos a unos, incluso a algunos que jamás van a ir a la universidad, para financiar que sí vayan otros. Una redistribución forzada. Esto no quiere decir que no haya subsidios y becas para alumnos talentosos que se esfuercen lo suficiente, pero no como un derecho.
Al talento y el esfuerzo deben darles acceso y financiación. Pero hay estudios que dicen que la retórica del derecho acaba beneficiando a las clases medias altas, y que es regresiva. No, la educación no debe ser un derecho.
¿Que todos tengamos educación hará más fácil la convivencia?
Nueva Zelanda, Inglaterra y Estados Unidos no tienen educación universitaria gratuita y la convivencia no es peor. En Argentina se despilfarran recursos. La gente entra y sale de la universidad cuando quiere. Es tan ineficiente que ni siquiera favorece a los más pobres. En cambio, sí soy favorable a una educación escolar gratuita y subvencionada, donde los padres puedan elegir, que se financie públicamente, que se pueda despedir a los profesores, y que se pague con dinero de los contribuyentes. Es decir, con criterios de mercado. 
En preescolar es donde más puedes cambiar el destino de los niños, donde se conforma lo neurológico. Suecia por ejemplo tiene este tipo de financiación, Chile también.
¿La sanidad tampoco es un derecho?
Desde la perspectiva económica, debe haber los seguros privados que quieras, y seguros financiados con recursos públicos, pero en lo pequeño debe haber copago. Porque la gente tiende a abusar de lo gratuito. Tiene que haber una estructura de costes y pérdida. No es beneficioso que hagan lo que hagan los médicos y los pacientes el Estado pague con dinero de los contribuyentes.
Propone una enmienda total al Estado de Bienestar europeo…
Dinamarca o Suecia han introducido elementos de mercado en su Estado benefactor. De hecho, hace años The Economist dijo que si alguien quería ver el paraíso de Milton Friedman no tenía que ir a EE UU, sino a Dinamarca, por sus subsidios a la demanda y no a la oferta. 
El mundo ideal sería eliminar totalmente el Estado benefactor, pero que dé subsidios a la demanda y que la gente gaste esos subsidios en el colegio y el seguro de salud que quiera. Eso habría que equilibrarlo para no desincentivar el esfuerzo personal, pero siempre sería mejor que seguir abandonados a las burocracias y los intereses gremiales que se tragan los recursos. Imagínate todo el dinero que cuesta ese funcionariado: ¿por qué no le das ese dinero a la gente? El Estado al final es un monopolio.
Competitividad: “En Estados Unidos se dice que Europa es un museo al que va a ver belleza, pero donde no hay actividad económica trascendente. ¿Dónde están los Google y Netflix europeos? Hay que crear riqueza”.
¿Hay alguna posibilidad de salvar ese oasis europeo?
Lo veo complicado. Hay números malísimos de crecimiento. Gerhard Schröder hizo reformas y eliminó mucho del Estado benefactor y bajó impuestos. Angela Merkel heredó su trabajo, y Schröder llegó a perder el cargo por eso, pero hay escasos ejemplos en Europa recientemente.
En Estados Unidos se dice que Europa es un museo, donde vas a ver belleza pero donde no hay actividad económica trascendente. No hay un Google, un Netflix, nada de criptos… 
Suiza es innovadora y Alemania también, pero no hay revoluciones económicas en Europa como en China y EE UU. Y lo que sí hay es mucha deuda. Y ahora que vienen las alzas de tipos de interés, ¿cómo se van a seguir financiando estos estados? Hay que crear más riqueza y abrir las economías, pero la política está tomada por los discursos emocionales…
Y regresamos a la debilidad electoral del liberalismo.
Es que el liberalismo no plantea gran inspiración ni gran épica. Ejemplo, las pensiones en España: los liberales nunca van a ofrecer pensiones eternas y para todos sin sacrificios. Eso siempre va a ir peor en las urnas. Veámoslo de otro modo: para alguien socialista, los límites están impuestos por un sistema, el capitalista, y si cambias el sistema, cambias los límites.
El liberalismo trabaja con la realidad y no con una realidad subyacente a ningún sistema. Con la que hay. Claro, esos discursos resultan más atractivos, sobre todo a los que tienen menos ingresos. Estos eslóganes emocionales y vacíos tienen mayor poder persuasivo que aplicar recetas que implican esfuerzo: jubilarte más tarde, ahorrar más… Es muy difícil competir con ese discurso utópico, que a veces viene incluso de la derecha.
La épica liberal, al final, funciona cuando estás bajo un régimen tiránico del que quieres zafarte. Pero en una situación de bonanza… Von Hayek decía que la derrota liberal es por falta de épica, y no le faltaba razón.


 
											
 
											 
											