El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas creó una misión de investigación para identificar a los responsables de violaciones del derecho internacional en Sudán para que sean llevados ante la justicia.
El riesgo de genocidio crece cada día en Sudán: esa fue la advertencia de un experto de la ONU ante el Consejo de Derechos Humanos, que adoptó una resolución urgente el viernes para condenar las atrocidades cometidas en El-Fasher y pedir que los perpetradores sean procesados.
La gran ciudad de Darfur del Norte, un estado en el oeste de Sudán, cayó el 26 de octubre en manos de paramilitares que cometieron abusos contra civiles, especialmente contra minorías no árabes.
Una masacre que era previsible, denuncia el alto comisionado para los Derechos Humanos. Al comienzo del conflicto, en la primavera de 2023, la Oficina de Derechos Humanos adoptó una resolución para documentar los abusos cometidos en Sudán. Y sólo este año, Volker Türk ha hecho una veintena de declaraciones para advertir sobre el riesgo de una carnicería en El-Fasher.
“No debería sorprender que desde que las Fuerzas de Apoyo Rápido tomaron el control de El-Fasher, ha habido asesinatos en masa, ejecuciones de civiles por motivos étnicos, violaciones, secuestros y otras atrocidades”, expresó.
“Si no es genocidio, ¿entonces qué es?”
Igualmente horrorizada estaba Mona Rishmawi, experta de la misión de investigación de Sudán: “Las Fuerzas de Apoyo Rápido convirtieron la universidad en un escenario de matanza, mientras que miles de civiles exhaustos y hambrientos se habían refugiado allí. Sobrevivientes describieron los cuerpos amontonados en las calles y las trincheras alrededor de la ciudad”, dijo.
Las comunidades fur, zhagawa y masalit son particularmente atacadas por las RSF. “Si esto no es genocidio, ¿qué es?”, dijo indignado el representante de Sudán.
Una vez más, Volker Türk pidió el fin inmediato de las hostilidades, el libre paso de la ayuda humanitaria, un embargo total de armas a Sudán y el enjuiciamiento de los autores de los crímenes ante la justicia internacional.
Sudán sufre está situación desde hace dos años y medio por una lucha de poder entre el ejército del general Abdel Fattah al-Burhan y las RSF de su ex adjunto, Mohamed Hamdan Dogolo, conocido como Hemedti.
Los combates han matado a miles de personas, desplazado a 12 millones de personas y sumido al país en la mayor crisis humanitaria del mundo.
“Ha habido demasiada hipocresía y muy poca acción”, dice el responsable de velar por las garantías fundamentales. En una sesión especial del máximo órgano para los derechos humanos sobre Darfur, urge a proteger a los civiles y a financiar y garantizar la distribución de ayuda humanitaria a la población atrapada en El-Fasher.
Las atrocidades que se están cometiendo en El-Fasher eran previsibles y evitables, pero no se evitaron”, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que acusan a la comunidad internacional de no actuar para detener los “crímenes de extrema gravedad” que ocurren en la capital del estado sudanés de Darfur del Norte.
En una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, Volker Türk señaló que su Oficina emitió más de 20 comunicados en el último año alertando sobre el asedio “asfixiante” impuesto a la ciudad, donde la población llegó a alimentarse de forraje y cáscaras de cacahuate. También advirtió de la propagación de la hambruna y del riesgo evidente de una masacre si la ciudad caía en manos de las Fuerzas de Apoyo Rápido.
“Nadie debería sorprenderse ahora”, dijo, refiriéndose a los asesinatos masivos de civiles, las ejecuciones étnicamente selectivas, la violencia sexual, los secuestros, las detenciones arbitrarias y los ataques contra el personal y las instalaciones de salud.

Manchas de sangre
Türk lamentó que las advertencias no fueran escuchadas. “Las manchas de sangre en el suelo de El-Fasher se han fotografiado desde el espacio. La mancha en el historial de la comunidad internacional es menos visible, pero igual de dañina”, sentenció.
El Alto Comisionado urgió a una acción inmediata y coordinada a los Estados con influencia para que garanticen la protección de civiles y el paso seguro para quienes intentan huir, así como el financiamiento y el paso sin restricciones de ayuda humanitaria.
Instó a la rendición de cuentas de los responsables de violaciones del derecho internacional, e informó que su Oficina está recopilando evidencia y desplegando misiones en zonas de desplazamiento, mientras la Corte Penal Internacional sigue de cerca la situación. Türk llamó a que se tomen medidas contra individuos y empresas que alimentan y se benefician de la guerra.
Guerra de muchos países por los recursos naturales
En este punto, argumentó que Sudán está inmerso “en una guerra indirecta por sus recursos naturales y materias primas”, en la que están involucrados muchos países de la región y de otras partes del mundo.
El Alto Comisionado conminó a remitir el caso al Consejo de Seguridad de la ONU y a la Corte Penal Internacional y pidió la aplicación efectiva de un embargo de armas en todo Sudán, un compromiso real con negociaciones de paz, al igual que el retorno a un gobierno civil inclusivo.
Kordofán no debe ser otro Darfur
Finalmente, Türk alertó del aumento de la violencia en Kordofán: “Todas las señales están presentes: bombardeos, bloqueos, personas desplazadas de sus hogares y un desprecio absoluto por la vida de los civiles”.
“Kordofán no debe sufrir el mismo destino que Darfur”, puntualizó y se refirió desprecio por las leyes humanitarias: “El derecho internacional no debe ser pisoteado ante nuestros ojos. El sufrimiento del pueblo sudanés debe terminar”.
Alerta de catástrofe prolongada
Al tiempo que el Consejo de Derechos Humanos sesionaba, las agencias humanitarias de la ONU vaticinan una catástrofe prolongada en Sudán si no se toman medidas urgentes.
El país atraviesa uno de sus momentos más críticos en décadas, con explosivos sin detonar ocultos entre escombros, desplazados atrapados en rutas inseguras y un sistema sanitario devastado por el conflicto. Desde Port Sudan, el jefe del Programa de Acción contra Minas indicó que la presencia de restos explosivos supone una amenaza diaria para los civiles desplazados o los que intentan regresar a sus hogares.
Sediq Rashid señaló que tras casi tres décadas de conflictos sucesivos, Sudán acumula un legado letal de minas, municiones abandonadas y artefactos sin detonar. Se suma la guerra actual, que afecta tanto a centros urbanos como Jartum y El-Fasher, como a zonas rurales.
Las consecuencias son devastadoras: amputaciones, discapacidades de por vida y un bloqueo casi total a servicios básicos, mercados y medios de subsistencia. Rashid insistió en que Sudán enfrenta una “necesidad urgente de ampliar las operaciones de acción contra minas personales”, incluyendo encuestas a gran escala, limpieza y asistencia a víctimas.

Corredores de terror
Jacqueline Wilma Parlevliet, jefa de la Agencia para los Refugiados en Port Sudan sostuvo que las rutas de desplazamiento se han convertido en corredores de terror, y detalló que el organismo sigue recibiendo testimonios de personas que viajaron del El-Fasher a Tawila sufriendo robos, agresiones sexuales y asesinatos. Agregó que muchas quedaron varadas en aldeas intermedias, imposibilitadas de seguir a causa de la inseguridad. Aunque unas 90.000 personas habrían huido de El-Fasher, solo 10.000 llegaron a Tawila y Ad Dabbah.
Parlevliet subrayó que miles de niños no acompañados han llegado a Tawila, mientras se multiplican los casos de violencia de género. ACNUR brinda apoyo, pero “no en el nivel requerido”, apuntó.
En Kerma más de 10.000 personas esperan asistencia. Con el invierno acercándose, ACNUR refuerza su respuesta enviando materiales de refugio para los recién desplazados.
Colapso sanitario
En tanto, la Organización Mundial de la Salud asegura que la crisis humanitaria se agrava por el colapso sanitario. Menos de la mitad de los centros médicos funciona a toda su capacidad.
Christian Lindmeier reportó que con más de 21 millones de personas sufriendo inseguridad alimentaria y con la hambruna confirmada en El-Fasher y Kadugli, proliferan los brotes de cólera, dengue y malaria. Hasta el momento se han notificado más de 120.000 casos de cólera y 3494 muertes, una letalidad triple al umbral aceptado.


